
Han pasado 11 años desde su estreno, y reconozco que recién ayer, (gracias a Cecilia que no permitió que pasara un día más) pude ver esta extraordinaria película de Kusturica.
En la Yugoslavia de la segunda guerra mundial, los entrañables amigos Marko y Blaky luchan contra la invasión alemana. Sin embargo, esta amistad se ve corrompida por el poder, el dinero y el deseo por la misma mujer, Natalija. Marko mantiene en un sótano a Blaky y su séquito durante 20 años haciéndoles creer que la guerra continúa y obligándoles a fabricar armas, supuestamente para apoyar a la causa, cuando en realidad Marko las trafica enriqueciéndose con esto. Un día Blaky escapa para acabar de una vez por todas con la guerra y se encuentra, sin saberlo, con otra peor (la guerra de los Balcanes).
Kusturica narra magistralmente la triste historia de Yugoslavia utilizando esta metáfora del pueblo sepultado que vive una esperanza prefabricada por falsos ídolos. Narra la metáfora con el uso de la farsa y la sátira creando una tragicomedia que desborda los límites de la narración convencional. Los personajes son el reflejo de las autoridades que mantienen adormecido a un pueblo, son el reflejo también del mismo pueblo que se mata por una verdad perdida. Cada uno de los personajes va deshumanizándose a la vez que se deshumaniza la historia de la mano de guerras absurdas. En las escenas finales el personaje de Iván (cándido hermano de Marko) busca a su país inexistente entre laberintos subterráneos que simbolizan una Europa intentando salidas, encontrando la verdad que a la vez es la muerte misma. Sin embargo, en un final alegórico, esta nación se unifica en una reconciliación jubilosa, (acompañado de la fabulosa música de Goran Bregovic), navegando sin rumbo sobre una isla paradisíaca, mientras Iván nos cuenta “Érase una vez un país ...”.
Se puede hablar mucho más de esta película, y la batuta mágica de Kusturica que nos va dibujando su metáfora desde los límites de la ficción como son la farsa y el humor del absurdo integrándola con los límites del realismo puro como es el registro documental.
Nunca es tarde para decir algo sobre una buena película.