La noche del viernes 8, el Centro de Estudiantes de Literatura de la Universidad de San Marcos, rindió un justo homenaje al recientemente desaparecido poeta José Watanabe. El homenaje contó con la presencia del poeta Marco Martos Carrera y el crítico Camilo Fernández Cozman como invitados especiales. Los maestros compartieron con el público asistente, algunas anécdotas vividas con el fallecido poeta. Camilo Fernández resaltó la humildad de José Watanabe frente a sus poemas, los que corregía sin remordimiento, comentó que él (Fernández) hizo algunas precisiones sobre el poema El Minotauro, que constaba de ocho cuerpos, y el poeta corregía inmediatamente, haciendo sentir en Fernández cierta incomodidad. Al cabo de unos días, Watanabe comunicó a Fernández que el poema había sido destruido. Podemos leer lo que quedó de este poema en la última parte de Banderas detrás de la niebla.
Camilo Fernández Cozman recordó también que viajó a Laredo (Trujillo) para conocer la tierra que vio nacer al poeta, ya que estaba escribiendo un estudio sobre su obra, y sintió allí en Laredo, la esencia de la poética de Watanabe. Al retornar Fernández le mostró el título tentativo de su trabajo al poeta, “Olor a caña de azúcar” y Watanabe corrigió: “No se percibe un aroma a caña de azúcar en Laredo, el aroma es a melaza”.
Para terminar, resaltó la “fe en la palabra poética” del homenajeado y leyó El envío (de El huso de la palabra) poema que copiamos a continuación.
El envío
Una delgada columna de sangre desciende desde una bolsa de polietileno hasta la vena mayor de mi mano. ¿Qué otro corazón la impulsaba antes, qué otro corazón más vigoroso y espléndido que el mío, lento y trémulo? Esta sangre que me reconforta es anónima. Puede ser de cualquiera. Yo voy (o iba) para ser misántropo y no quiero una deuda sospechada en todos los hombres. ¿Cuál es el nombre de mi dador? A ese solo y preciso hombre le debo agradecimiento. Sin embargo, la sangre que está entrando en mi cuerpo me corrige. Habla, sin retórica, de una fraternidad más vasta. dice que viene de parte de todos, que la reciba como un envío de la especie.
Luego el poeta y presidente de la Academia Peruana de la Lengua, Marco Martos Carrera tomó la palabra y recordó la larga amistad que mantuvo con José Watanabe, destacó las dotes de psicólogo y hasta psiquiatra que tenía el poeta con sus amigos queridos. Muy emotivo Marco Martos habló de las enfermedades de Watanabe y de las muchas veces que este venció a la muerte, conmovido confesó que pensaba, con la inocencia de un niño, que José Watanabe nunca moriría.
Seis jóvenes poetas, estudiantes de Literatura de las universidades Villarreal, Católica y San Marcos, rindieron el homenaje al poeta contando algunas anécdotas, leyendo y comentando sus poemas. Fue un homenaje como debe ser, hablando solo del poeta y leyendo su obra. Se me viene el mal recuerdo de un homenaje que un grupo de jóvenes hizo a Pablo Guevara en San Marcos, poco después de su desaparición, donde se proyectó un video horrendo sobre su funeral, y luego los jóvenes no leyeron los poemas de Pablo, sino, los propios, y no necesariamente sobre Pablo. Hasta que le tocó el turno a Watanabe, que estaba invitado, y dio el ejemplo leyendo poemas de Pablo Guevara para que se sienta su presencia esa noche.
Luego el poeta y presidente de la Academia Peruana de la Lengua, Marco Martos Carrera tomó la palabra y recordó la larga amistad que mantuvo con José Watanabe, destacó las dotes de psicólogo y hasta psiquiatra que tenía el poeta con sus amigos queridos. Muy emotivo Marco Martos habló de las enfermedades de Watanabe y de las muchas veces que este venció a la muerte, conmovido confesó que pensaba, con la inocencia de un niño, que José Watanabe nunca moriría.
Seis jóvenes poetas, estudiantes de Literatura de las universidades Villarreal, Católica y San Marcos, rindieron el homenaje al poeta contando algunas anécdotas, leyendo y comentando sus poemas. Fue un homenaje como debe ser, hablando solo del poeta y leyendo su obra. Se me viene el mal recuerdo de un homenaje que un grupo de jóvenes hizo a Pablo Guevara en San Marcos, poco después de su desaparición, donde se proyectó un video horrendo sobre su funeral, y luego los jóvenes no leyeron los poemas de Pablo, sino, los propios, y no necesariamente sobre Pablo. Hasta que le tocó el turno a Watanabe, que estaba invitado, y dio el ejemplo leyendo poemas de Pablo Guevara para que se sienta su presencia esa noche.
Felicitaciones, entonces, a los organizadores de este significativo evento.
2 comentarios:
gracias por las felicitaciones y por su asistencia. El homenaje al maestro fue hecho con mucho cariño . - Americo, celit unmsm
Indudablemente, cuando de homenajes se trata, los aplausos son muy merecidos para los organizadores. Por lo visto, estuvo a la altura del poeta norteño.
Una de las anécdotas me hizo recordar las explicaciones de mi padre quien nos contaba que ese "olor a melaza" no es otra cosa que la deliciosa miel de caña; cuando está sólida se le agrega al arroz zambito que muchas limeñas saboreamos en invierno.
Son algunos de los "detalles" que perdemos cuando no vivimos en
constante trato con la naturaleza. Y para que no lo olviden, es el mismo Melao de caña que hace varios años un cantante venezolano hiciera popular en un tema salsero.
Como dicen los especialistas, Watanabe pertenece a una especial estirpe nos da mucho qué hablar.
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